Los investigadores usaron nanopartículas de sílice y otros polímeros para transportar luciferina y la coenzima A, la cual hicieron llegar a las hojas y estomas de las plantas sumergiéndolas en una disolución acuosa. Las partículas que liberan luciferina y la coenzima A se diseñaron para acumularse en las capas internas de las hojas, mientras que las partículas más pequeñas portadoras de luciferasa quedan en capas más exteriores. Es de este modo que la luciferasa es liberada gradualmente por la planta haciéndola brillar al producirse controladamente la reacción química.
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